domingo, 4 de abril de 2010

Me va bien con mi nuevo corazón.

Hoy estaba guiando el carro de Jota y me di cuenta de algo. Pensando como las locas. Me vino a la mente la idea de haber tenido un transplante de corazón. Okay, voy a explicar: Un día, el menos esperado tu corazoncito amanece todo jodio. Tienes que ir al médico y el te confirma que ya ese corazón no da pa' más. Te propone la idea de un transplante, un procedimiento doloroso, caro y sobretodo peligroso. Te das cuenta por el dolor que tienes en el pecho que necesitas arriesgarte y lo haces. Primer paso: Conseguir un corazón. Probablemente la persona a quien le pertenecía ese corazón, que te va a tocar, muere. ¿Poético no? Pero te lo dona o a lo mejor la familia pide dinero. El punto es que tu lo necesitas. Segundo paso: La operación. Anestesias, complicaciones, cicatrices asquerosas, pain-killers y otros sedantes además de un dolor hijodeputa. Tercer paso: recuperación. Uno se acostumbra a el órgano. No es del mismo tamaño, puede que palpite más rápido o más lento, puede que haga más ruido, puede que tu cuerpo lo rechace. Asi te acostumbras a tu nuevo motor y sigues tu vida contento. A mi corazón no le voy a decir más que es nuevo, ya es mío. Le doy gracias a el paro cardiaco que me dió para tener este corazoncito nuevo que palpita divinamente bien. Nunca en mi vida me he sentido tan viva y con un corazón tan saludable.

Siempre he pensado que en realidad el órgano que ama es el cerebro pero el corazón me palpita muy rápido cuando te tengo cerca.